Prueba de VPH: Conozca los tipos y cuándo realizarla
El virus del papiloma humano (VPH) se considera la principal…
Sigue leyendoEl virus del papiloma humano (VPH) se considera la principal causa de diversos tipos de cáncer anogenital y orofaríngeo en todo el mundo, lo que representa un importante impacto global en la morbilidad y la mortalidad (1). Por ello, es esencial buscar información actualizada y comprender los métodos más avanzados disponibles para la detección del VPH.
En 2022, se estimó que más de 830.000 nuevos casos de cáncer y más de 420.000 muertes se atribuyeron a la infección por VPH. De estos, aproximadamente el 88,6% de los diagnósticos y el 89,6% de los fallecimientos ocurrieron en mujeres, principalmente debido al cáncer de cuello uterino, que representa alrededor del 75,6% de todos los tumores asociados al VPH (1, 2).
En este contexto, el diagnóstico precoz tiene un impacto sustancial en la reducción de la morbilidad y la mortalidad asociadas a los cánceres relacionados con el VPH, especialmente el cáncer cervicouterino. La detección de la infección en etapas tempranas permite intervenir antes de su progresión a enfermedad invasiva, aumentando las tasas de curación y reduciendo la necesidad de tratamientos más agresivos.
Comprender el VPH va mucho más allá de saber que es una infección común. Implica entender su complejidad, los diferentes tipos virales y, sobre todo, cómo los avances en los métodos diagnósticos han transformado la prevención y el manejo de las enfermedades asociadas al VPH.
A continuación, encontrará la información más relevante sobre esta infección y sobre la prueba de VPH, que permite la detección precisa y temprana de la infección.
El VPH es un virus de ADN que infecta las células epiteliales de la piel y las mucosas, y actualmente se reconoce como la infección de transmisión sexual más prevalente en el mundo. Se han identificado más de 200 genotipos de VPH, divididos entre los tipos oncogénicos de alto riesgo, como el VPH-16 y el VPH-18, y los tipos de bajo riesgo, como el VPH-6 y el VPH-11.
Mientras que los primeros están fuertemente asociados con el desarrollo de neoplasias como los cánceres de cuello uterino, vaginal, peneano, vulvar, anal y orofaríngeo, los tipos de bajo riesgo se relacionan con la formación de verrugas genitales benignas (3).
La principal vía de transmisión del VPH es el contacto sexual —ya sea vaginal, anal u oral—, así como el contacto directo piel con piel durante la actividad sexual sin penetración. Aunque es poco frecuente, también puede producirse transmisión vertical de la madre al recién nacido durante el parto.
Diversos factores contribuyen a la persistencia de la infección por VPH, entre ellos el inicio temprano de la actividad sexual, múltiples parejas sexuales, falta de uso de preservativo, tabaquismo, inmunosupresión y coinfección con otras infecciones de transmisión sexual (ITS) (3, 4).
En la mayoría de los casos, la infección por VPH es asintomática y transitoria, siendo eliminada espontáneamente por el sistema inmunitario en un período de hasta dos años.
Cuando aparecen síntomas, pueden incluir verrugas anogenitales —comúnmente asociadas con tipos de bajo riesgo— o lesiones precancerosas en infecciones causadas por tipos oncogénicos. La infección persistente por VPH de alto riesgo es el principal factor implicado en la progresión hacia lesiones intraepiteliales y cáncer invasivo (3, 4).
La prueba de VPH, especialmente en mujeres, es fundamental para detectar infecciones causadas por tipos oncogénicos y para identificar cambios celulares tempranos que preceden al cáncer cervicouterino. El cribado puede realizarse mediante citología cervical (prueba de Papanicolaou) o pruebas moleculares que detectan directamente el ADN viral.
Las guías internacionales recomiendan el cribado periódico, una estrategia comprobada para reducir tanto la incidencia como la mortalidad relacionada con el cáncer cervicouterino (5, 6).
La infección por VPH puede identificarse mediante distintos métodos de laboratorio. Cada técnica tiene características específicas en cuanto a sensibilidad, propósito e indicación clínica, como se describe a continuación.
La prueba de Papanicolaou, también conocida como citología cervical, evalúa los cambios celulares en el cuello uterino que pueden indicar lesiones precancerosas o la presencia de células malignas. Su principal objetivo es el cribado del cáncer cervicouterino. Sin embargo, su sensibilidad para detectar lesiones de alto grado (HSIL+) oscila entre el 50% y el 70%, lo que significa que algunas infecciones por VPH sin alteraciones citológicas visibles pueden pasar desapercibidas (7).
La prueba molecular basada en la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) identifica con precisión el ADN del VPH en muestras cervicales. Es altamente sensible y capaz de detectar infecciones incluso en ausencia de alteraciones citológicas visibles (8).
Esta prueba puede solicitarse tanto como método de cribado primario como estrategia de seguimiento en pacientes con citología anormal. Está especialmente indicada para evaluar infecciones causadas por tipos de alto riesgo, como el VPH-16 y el VPH-18. Su capacidad para detectar la infección en etapas tempranas la convierte en una herramienta valiosa para la prevención del cáncer cervicouterino (7, 8).
La prueba de Captura Híbrida es un método molecular ampliamente utilizado para detectar el ADN del VPH en muestras cervicales. Emplea sondas de ARN que hibridan con el ADN de 13 o 14 tipos de VPH oncogénicos de alto riesgo, formando híbridos ADN-ARN que posteriormente se detectan mediante una señal quimioluminiscente. Esto permite la identificación cualitativa de la presencia de VPH de alto riesgo, aunque no discrimina los genotipos específicos (9).
Sus principales indicaciones incluyen el cribado del cáncer cervicouterino (en combinación con la citología), el triaje de resultados citológicos indeterminados y el seguimiento posterior al tratamiento de lesiones cervicales (7, 9).
El genotipado de VPH es una prueba molecular basada en la tecnología de PCR fluorescente múltiple (Multiplex Fluorescent PCR), en la que se amplifican simultáneamente diferentes regiones del ADN viral utilizando cebadores marcados con fluoróforos específicos, lo que permite la identificación de múltiples tipos virales en una sola reacción. Este método permite la detección y genotipificación del virus del papiloma humano (VPH), diferenciando entre tipos de bajo riesgo y tipos oncogénicos de alto riesgo.
El genotipado preciso del VPH posibilita la identificación de los genotipos asociados con mayor riesgo de progresión a lesiones de alto grado y cáncer cervicouterino, constituyendo una herramienta complementaria valiosa a los métodos citológicos tradicionales (10).
La prueba de VPH se indica principalmente en mujeres de 30 años o más como parte del cribado primario, en combinación con la citología (Papanicolaou). También se recomienda en casos de citología indeterminada, en pacientes con lesiones precancerosas leves o moderadas (para predecir regresión o progresión), y en el seguimiento posterior al tratamiento de pacientes previamente diagnosticadas con neoplasia intraepitelial cervical o carcinoma.
La identificación de los genotipos del VPH permite una estratificación de riesgo más precisa, lo que respalda las decisiones clínicas en el seguimiento de las pacientes (10).
La prueba para la detección del VPH se realiza mediante la recolección de células del tracto genital femenino, utilizando métodos que incluyen la citología cervical (Papanicolaou) y la toma de muestras con hisopo cervical o vaginal (6).
La citología cervical tradicional (Papanicolaou) consiste en la introducción de un espéculo para visualizar el cuello uterino, seguida de la recolección de células del cuello con un cepillo o espátula específicos. El material obtenido se envía al laboratorio para su análisis, pudiendo emplearse tanto para citología como para la prueba molecular de VPH.
La prueba molecular de VPH puede realizarse con muestras recolectadas mediante hisopos cervicales o vaginales, utilizando cepillos o hisopos específicos que pueden transportarse en medio líquido o seco, según el protocolo del laboratorio (6).
Se recomienda evitar las relaciones sexuales, el uso de duchas, cremas vaginales o medicamentos tópicos durante las 48 horas previas al examen, con el fin de minimizar interferencias en la toma de muestra y en los resultados. No es necesario ayuno ni preparación especial más allá de estas orientaciones.
El examen realizado por un profesional puede causar una ligera molestia debido a la introducción del espéculo y la manipulación del cuello uterino, pero generalmente es bien tolerado. La recolección realizada por el profesional dura en promedio entre 2 y 5 minutos, incluyendo la preparación y la toma de la muestra (6).
El cribado del VPH es fundamental para prevenir el cáncer de cuello uterino y sigue directrices específicas según la edad y los factores de riesgo. La American Cancer Society recomienda iniciar el cribado a los 25 años en personas con riesgo promedio (tras análisis de los factores de riesgo).
El método preferido es la prueba primaria de VPH (ADN-VPH) cada 5 años. Si no está disponible, se puede optar por la cotestación (VPH + citología) cada 5 años o por la citología aislada cada 3 años (7).
Entre los 21 y 29 años, se recomienda únicamente la citología cada 3 años, ya que las infecciones por VPH son comunes y transitorias en este grupo etario. El cribado puede suspenderse a los 65 años, siempre que exista un historial de resultados negativos y ausencia de lesiones en los últimos 25 años (7).
Ciertas situaciones especiales requieren atención. Las personas inmunosuprimidas, como aquellas con VIH o trasplantadas, deben iniciar el cribado antes de los 21 años, con intervalos más cortos entre las pruebas. Las pacientes con antecedentes de lesión cervical (CIN2+, AIS o cáncer) deben mantener la vigilancia durante al menos 25 años, incluso después de los 65 (7).
La vacunación contra el VPH no elimina la necesidad de cribado, ya que no cubre todos los tipos oncogénicos. Las mujeres que se sometieron a histerectomía total por causas benignas y sin lesiones previas generalmente no necesitan continuar el cribado. La exposición a parejas con VPH no modifica la conducta, dado que la infección es común y puede permanecer latente durante años (7).
El genotipado del VPH aporta valor diagnóstico principalmente en tres escenarios:
El genotipado permite identificar los genotipos de mayor riesgo para lesiones precursoras y cáncer cervical, orientando decisiones como la derivación inmediata a colposcopia o el retorno al cribado rutinario (11, 12).
Cuando la prueba resulta positiva, los genotipos considerados de alto riesgo (hrVPH) para el cáncer cervical, según el consenso internacional y las directrices estadounidenses, son: VPH 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 66 y 68. Entre ellos, el VPH 16 y el 18 son los más oncogénicos, responsables de la mayoría de los casos de cáncer cervical y otras neoplasias anogenitales.
Otros genotipos de alto riesgo, como 31, 33, 35, 52 y 58, presentan un riesgo intermedio, aunque aún significativo, de desarrollar lesiones de alto grado (CIN2+). Los genotipos 51, 56, 59, 66, 68 y 39 se consideran de menor riesgo dentro del grupo hrVPH, con menor probabilidad de progresión a lesiones de alto grado, especialmente en citología normal (11, 12).
Los genotipos de bajo riesgo (por ejemplo: VPH 6, 11, 42, 43, 44, 54, 61, 70, 72, 73, 81) no están asociados con el desarrollo de cáncer cervical y no se incluyen en las pruebas de cribado o genotipado recomendadas para la prevención del cáncer (13, 14).
La vacuna contra el VPH está indicada para la prevención primaria de infecciones por tipos de VPH de alto riesgo oncogénico y de bajo riesgo relacionados con verrugas genitales. Los principales beneficios de la vacunación incluyen la reducción de la incidencia de infección por los tipos de VPH incluidos en la vacuna, la disminución de lesiones intraepiteliales de alto grado (precursoras de cáncer) y, en consecuencia, la prevención de cánceres cervicales, anales, vulvares, vaginales, peneanos y orofaríngeos, además de verrugas genitales (15).
La vacunación está recomendada de forma universal para niños y adolescentes, independientemente del sexo, idealmente entre los 9 y 12 años, antes del inicio de la actividad sexual, cuando la eficacia es máxima. Para quienes no fueron vacunados en la adolescencia, se recomienda la vacunación de rescate hasta los 26 años (15).
En adultos entre 27 y 45 años, la vacunación puede considerarse mediante decisión compartida, ya que el beneficio poblacional es menor, pero puede ser relevante en situaciones individuales de riesgo. Las personas inmunocomprometidas, incluyendo aquellas que viven con VIH, deben recibir tres dosis, independientemente de la edad (15).
Incluso las personas vacunadas deben continuar con el cribado para cáncer de cuello uterino según las directrices vigentes, ya que la vacuna no protege contra todos los tipos oncogénicos y la mayoría de las mujeres en edad de cribado no fueron vacunadas en la adolescencia. El estado vacunal no modifica las recomendaciones actuales de cribado (15).
Dentro del portafolio de pruebas, SYNLAB ofrece las siguientes:
El examen utiliza la técnica de PCR Fluorescente Múltiple (Multiplex Fluorescent PCR), que permite identificar de forma simultánea diferentes tipos virales, abarcando HPV de bajo riesgo (6 y 11) y de alto riesgo oncogénico (16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59, 66 y 68).
La prueba es indicada para:
Permite verificar contacto previo con el virus o evaluar la respuesta inmunológica tras la vacunación con partículas similares a virus (VLP). No sustituye las pruebas de detección directa del ADN viral, pero es complementaria en contextos clínicos y epidemiológicos.
La realización de exámenes precisos y actualizados es esencial para diagnósticos más certeros y una mejor orientación de los tratamientos. SYNLAB está aquí para ayudarte.
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El VPH puede detectarse mediante citología (Papanicolaou), pruebas moleculares como PCR (ADN-VPH), captura híbrida o genotipificación.
La muestra se toma con un cepillo (swab) o espátula en el cuello uterino por un profesional de salud, y se analiza en laboratorio.
Es necesario evaluar el tipo de VPH (alto o bajo riesgo) y, según el caso, repetir la prueba, realizar una colposcopia o seguir con el monitoreo médico.
El Papanicolaou puede mostrar alteraciones celulares causadas por el VPH, incluso sin identificar el tipo viral.
No existe una “cura” específica, pero el sistema inmunológico puede eliminar el virus. Estos tipos requieren vigilancia por su mayor riesgo de cáncer.
No. El VPH infecta células de la piel y mucosas, no circula en la sangre.
Las mujeres a partir de los 25 años deben realizar el cribado según las directrices. Personas inmunosuprimidas o con antecedentes de lesiones requieren seguimiento especial.
No. Incluso vacunadas, las personas deben continuar con el cribado, ya que la vacuna no cubre todos los tipos oncogénicos.
No. El cribado con pruebas moleculares para detectar VPH de alto riesgo no se recomienda de forma rutinaria en la población masculina general, ya sea en muestras genitales, orales o anales. Esta recomendación está alineada con directrices estadounidenses e internacionales.
La mayoría de las infecciones son transitorias y no evolucionan hacia enfermedades significativas, lo que reduce la utilidad clínica de la prueba aislado.
Deben acudir al médico si presentan lesiones genitales, orales o anales que sean persistentes, ulceradas, sangrantes, dolorosas o de crecimiento rápido. Estos signos justifican una evaluación clínica, citológica e histopatológica, independientemente del resultado de las pruebas de VPH.
Referencias bibliográficas:
(1) Zhang J, Ke Y, Chen C, Jiang Z, Liu H, Liu Y, Cao H. HPV cancer burden by anatomical site, country, and region in 2022. Sci Rep. 2025 Jul 1;15(1):21048. doi: 10.1038/s41598-025-06700-8
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(7) Fontham ETH, Wolf AMD, Church TR, Etzioni R, Flowers CR, Herzig A, Guerra CE, Oeffinger KC, Shih YT, Walter LC, Kim JJ, Andrews KS, DeSantis CE, Fedewa SA, Manassaram-Baptiste D, Saslow D, Wender RC, Smith RA. Cervical cancer screening for individuals at average risk: 2020 guideline update from the American Cancer Society. CA Cancer J Clin. 2020 Sep;70(5):321-346. doi: 10.3322/caac.21628
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(9) Mongia A, Pompeo G, Sani C, Burroni E, Fantacci G, Bisanzi S, Cellai F, Ventura L, Bottari F, Carozzi F. Hybrid capture 2 and cobas® 4800: Comparison of performance of two clinically validated tests for human papillomavirus primary screening of cervical cancer. J Med Screen. 2021 Dec;28(4):472-479. doi: 10.1177/0969141321992820
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(12) Jiang W, Austin RM, Zhang H, He Y, Xu L, Wu X, Kuang W, Tong L, Li L, Zhao C. The Clinical Utility of Extended High-Risk HPV Genotyping in Women With ASC-US Cytology. Am J Clin Pathol. 2022 Oct 6;158(4):472-479. doi: 10.1093/ajcp/aqac073
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(14) Miller JM, Binnicker MJ, Campbell S, Carroll KC, Chapin KC, Gonzalez MD, Harrington A, Jerris RC, Kehl SC, Leal SM Jr, Patel R, Pritt BS, Richter SS, Robinson-Dunn B, Snyder JW, Telford S 3rd, Theel ES, Thomson RB Jr, Weinstein MP, Yao JD. Guide to Utilization of the Microbiology Laboratory for Diagnosis of Infectious Diseases: 2024 Update by the Infectious Diseases Society of America (IDSA) and the American Society for Microbiology (ASM). Clin Infect Dis. 2024 Mar 5:ciae104. doi: 10.1093/cid/ciae104
(15) Markowitz LE, Unger ER. Human Papillomavirus Vaccination. N Engl J Med. 2023 May 11;388(19):1790-1798. doi: 10.1056/NEJMcp2108502.
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