Microbioma intestinal y depresión: cómo la salud intestinal puede impactar la salud mental
Los trastornos mentales representan un desafío creciente para la salud…
Sigue leyendoLos ácidos grasos omega-3 son grasas que desempeñan roles importantes en la estructura de las membranas celulares y en los procesos metabólicos, además de ser necesarios para mantener las funciones cerebrales y la transmisión de impulsos nerviosos.
Estas sustancias son esenciales, es decir, deben obtenerse a través de la alimentación, ya que nuestro organismo no siempre está en óptimas condiciones para sintetizarlas.
Continúe leyendo este artículo para aprender:
Los ácidos grasos omega-3, llamados ácidos grasos n-3 o ácidos grasos ω-3 (n-3 AG), son grupos heterogéneos de ácidos grasos con un doble enlace entre el tercer y cuarto carbono del extremo metilo (extremo opuesto al carboxilo) (1).
Además, se presume que todos los ácidos grasos con un doble enlace en el átomo de carbono ω-3 son ácidos grasos omega-3.
Los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, incluyendo el ácido eicosapentaenoico (EPA), el ácido docosapentaenoico (DPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), ofrecen una gran variedad de beneficios para una vida más saludable.
Estudios epidemiológicos y ensayos clínicos sugieren un efecto favorable de la relación entre el consumo de omega-3 y la reducción de los síntomas inflamatorios, por ejemplo (2).
Muchas de las funciones biológicas de los PUFAs son mediadas por metabolitos bioactivos producidos por oxigenasas de ácidos grasos, como ciclooxigenasas (COXs), lipoxigenasas (LOXs) y monooxigenasas del citocromo P450 (CYPs) (3).
Por ejemplo, el ácido araquidónico (AA) — un ácido graso de la familia omega-6 y un componente principal de los fosfolípidos en la membrana celular — se libera en respuesta a estímulos inflamatorios y tiene un papel significativo en la producción de eicosanoides.
Se cree que el efecto antiinflamatorio de los omega-3 de cadena larga ocurre no solo al competir con la formación de eicosanoides de AA, sino también al proporcionar metabolitos alternativos con actividad menos potente que los mediadores derivados de AA.
Los omega-3 como EPA, DPA y DHA también están disponibles en los sitios de inflamación para la conversión enzimática en mediadores bioactivos (3).
Los ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados y subgrupos de omega-3 desempeñan un papel importante en el funcionamiento del organismo (1).
¿Pero para qué sirve el omega-3? Algunos omega-3 monoinsaturados son precursores de feromonas en insectos, mientras que los omega-3 poliinsaturados de cadena muy larga se encuentran comúnmente en el sistema nervioso central y los testículos de los mamíferos, en organismos esponjosos, y se consideran agentes inmunomoduladores (nutrientes que actúan directamente en el sistema inmunológico).
Muchos de ellos se llaman esenciales porque no pueden ser sintetizados por el organismo y deben obtenerse a través de la dieta o producirse por el organismo a partir de los ácidos linoleico y alfa-linolénico (1).
El omega-3 “bueno” es el de cadena larga, y el menos adecuado, con pocos beneficios para la salud, son los ácidos grasos de cadena corta.
Cuando surge la pregunta sobre para qué sirve el omega-3, es importante recordar que un bajo nivel de este nutriente en el organismo está asociado con un aumento del riesgo de ocurrencia de un episodio cardiovascular o cerebrovascular.
Por otro lado, se ha demostrado que existe una asociación entre el aumento del consumo de estos ácidos grasos y una menor predisposición a enfermedades como la depresión o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Su consumo también es fundamental durante el embarazo y la lactancia para el correcto desarrollo neuronal del bebé.
El consumo de omega-3 está asociado con diversos beneficios para la salud, tales como:
Estudios recientes han destacado el efecto beneficioso de los ácidos grasos ω-3 en la enfermedad de Alzheimer, lo que puede atribuirse a sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antiapoptóticas y neurotróficas. El efecto se obtuvo mediante el consumo individual o la combinación de ácidos grasos ω-3 (4).
El omega-3, especialmente el DHA y el EPA, es conocido por sus propiedades anticoagulantes, lo que significa que su acción reduce la formación de coágulos sanguíneos, evitando la agregación de plaquetas. De esta manera, ayudan a prevenir enfermedades como la trombosis venosa profunda o la embolia pulmonar.
El omega-3 es un nutriente esencial para el mantenimiento de la salud y una serie de funciones vitales. Sin embargo, la suplementación inadecuada puede causar daños al organismo.
A continuación, exploraremos los beneficios del omega-3, así como los posibles efectos secundarios.
Los efectos antiinflamatorios del omega-3 son bien conocidos, especialmente en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal o la artritis reumatoide, ya que reduce la producción de sustancias que estimulan este estado, como los eicosanoides y las citoquinas. Además, este efecto ayuda a prevenir daños celulares que pueden llevar a la aparición de cáncer (5).
El efecto antiinflamatorio puede atribuirse a la disminución del nivel de citoquinas y de la proteína quimioatrayente de monocitos-1 mediante la supresión del factor nuclear kappa B. Pueden inducir la expresión de la superóxido dismutasa-2 mediada por el factor de transcripción nuclear eritroide 2 relacionado, facilitando el efecto antioxidante. Tanto el DHA como el EPA pueden aumentar el nivel del factor de crecimiento nervioso (4).
Entre los beneficios del omega-3 a través de la suplementación está la posible disminución de la inflamación muscular causada por el ejercicio físico, acelerando la recuperación muscular y disminuyendo el dolor.
En el organismo, los ácidos grasos omega-3 (principalmente EPA y DHA) se incorporan en triglicéridos como colesterol de lipoproteína de muy baja densidad (LDL) y se liberan en el torrente sanguíneo (6).
Los estudios han demostrado que estos ácidos grasos pueden contribuir a la reducción de los procesos inflamatorios en la aterosclerosis, minimizando los estímulos proinflamatorios y estimulando la resolución de la inflamación (7), además de ofrecer beneficios como:
Un estudio realizado en siete países informó que la mortalidad por enfermedad isquémica del corazón es menor en Japón y en los países mediterráneos que en los Estados Unidos y los países del norte de Europa.
Los resultados también destacaron el papel de los ácidos grasos insaturados, abundantes en las dietas japonesas y mediterráneas, mostrando una reducción significativa en el riesgo relativo de enfermedad cardiovascular en personas que consumen ácidos grasos omega-3 (8).
De esta manera, el omega-3 ayuda a reducir el “colesterol malo” (LDL) y los triglicéridos (en un 25-30%), responsables de formar placas de grasa en las arterias, promoviendo una mejor permeabilidad y funcionamiento de las arterias, evitando infartos, arritmias, insuficiencia cardíaca y accidentes cerebrovasculares.
El funcionamiento fisiológico normal de la membrana neuronal depende en gran medida de su estructura. Uno de los muchos factores que pueden influir en su índice de fluidez es la composición lipídica, en la que el colesterol reduce la fluidez de la membrana y los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) la aumentan.
El cerebro puede obtener PUFA de cadena larga directamente de la dieta, o puede usar ácidos grasos esenciales suplementados (linoleico y alfa-linolénico) y convertirlos en ácidos grasos de cadena más larga. La deficiencia de omega-3 puede estar asociada con una menor capacidad de aprendizaje o memoria.
El ácido docosahexaenoico (DHA) influye (9):
A medida que los humanos envejecen, aumenta el estrés oxidativo, responsable de reducir los niveles de DHA y ácido araquidónico (AA) en el cerebro. Este proceso resulta en un aumento en la proporción de colesterol en el cerebro y ocurre con mayor intensidad en las enfermedades de Alzheimer, Parkinson y esclerosis lateral amiotrófica (10).
El estrés oxidativo es otro factor relevante para la composición normal de la membrana, e induce una disminución en su fluidez (11).
La incorporación de una dieta restringida, como la suplementación por una proporción particular de una mezcla de PUFA omega-3/omega-6, proporciona muchos efectos beneficiosos, como la reducción del nivel de colesterol y el aumento del nivel de PUFA en la membrana neuronal (12).
Además, entre los beneficios del omega-3 está la mejora de la actividad de las células cerebrales, lo que lleva a un aumento de sustancias como serotonina, dopamina y noradrenalina, responsables de las emociones, el estado de ánimo y el bienestar, ayudando así a prevenir y ayudar en el tratamiento de la depresión.
Aunque es extremadamente relevante para el cuerpo humano, es importante estar al tanto de los posibles daños del omega-3. Generalmente, no se recomienda la suplementación de más de 3000 o 4000 mg por día.
Las altas dosis de omega-3 pueden aumentar el riesgo de sangrado, especialmente en pacientes con problemas de coagulación o que utilizan medicamentos como aspirina, clopidogrel, ticlopidina, heparina y warfarina.
A partir de una dosis de 3000 mg por día, los efectos secundarios se vuelven más frecuentes e intensos. Entre los principales daños del omega-3 en dosis elevadas se encuentran:
Por lo tanto, es esencial consumir omega-3 con moderación y, preferiblemente, bajo la orientación médica para evitar posibles efectos adversos.
Los principales alimentos que contienen omega-3, en orden decreciente de concentración, son (13):
La dosis diaria recomendada de omega-3 es de aproximadamente 250 a 500 mg, pero puede variar según la edad, así como para mujeres embarazadas y lactantes.
Generalmente, las etiquetas de los suplementos indican la cantidad de EPA y DHA, y es la suma de estos dos valores lo que debe dar la cantidad total recomendada por día.
SYNLAB ofrece la prueba Índice de Omega-3, que a través de una muestra de sangre, evalúa la presencia en el cuerpo de dos de los principales ácidos grasos omega-3: ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA), obtenidos tanto a través de la alimentación como por la síntesis en su cuerpo a partir del ácido alfa-linolénico (ALA).
Posteriormente se realiza un cálculo del porcentaje que constituyen EPA y DHA en relación al total de ácidos grasos presentes en la membrana de los glóbulos rojos.
La prueba Índice de Omega-3 se realiza mediante la tecnología de Cromatografía de Gases.
La cromatografía de gases (CG) es una técnica para la separación y análisis de mezclas de sustancias volátiles (14). Esta separación ocurre por la interacción diferencial de sus componentes, a través de la migración de la muestra desde una fase estacionaria mediante un fluido.
En este caso, la muestra se vaporiza y se introduce en un flujo de un gas adecuado (fase móvil), que pasa por un tubo que contiene una columna cromatográfica (fase estacionaria) mediante un sistema de inyección, donde se separa la mezcla.
Los componentes de la mezcla se vaporizan y, según sus propiedades, se retienen y eluyen a través de la columna.
La prueba de Índice de Omega-3 de SYNLAB está indicada para:
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1. CHOLEWSKI, M.; TOMCZYKOWA, M.; TOMCZYK, M. A Comprehensive Review of Chemistry, Sources and Bioavailability of Omega-3 Fatty Acids. Nutrients, v. 10, n. 11, p. 1662, 4 nov. 2018.
2. CALDER, P. C. Omega-3 polyunsaturated fatty acids and inflammatory processes: nutrition or pharmacology? British Journal of Clinical Pharmacology, v. 75, n. 3, p. 645–662, 5 fev. 2013.
3. Serhan CN. Pro-resolving lipid mediators are leads for resolution physiology. Nature. 2014 Jun 5;510(7503):92-101.
4. AJITH, T. A. A Recent Update on the Effects of Omega-3 Fatty Acids in Alzheimer’s Disease. Current Clinical Pharmacology, v. 13, n. 4, p. 252–260, 14 jan. 2019.
5. JOURIS, K. B.; MCDANIEL, J. L.; WEISS, E. P. The Effect of Omega-3 Fatty Acid Supplementation on the Inflammatory Response to eccentric strength exercise. Journal of Sports Science & Medicine, v. 10, n. 3, p. 432–438, 2011.
6. MASSON, S. et al. Incorporation and washout of n-3 polyunsaturated fatty acids after diet supplementation in clinical studies. Journal of Cardiovascular Medicine, v. 8, n. Suppl 1, p. S4–S10, set. 2007.
7. BÄCK, M. Omega-3 fatty acids in atherosclerosis and coronary artery disease. Future Science OA, v. 3, n. 4, p. FSO236, nov. 2017.
8. KIMURA, N.; KEYS, A. Coronary heart disease in seven countries. X. Rural southern Japan. Circulation, v. 41, n. 4 Suppl, p. I101-112, 1 abr. 1970.
9. YEHUDA, S. et al. The role of polyunsaturated fatty acids in restoring the aging neuronal membrane. Neurobiology of Aging, v. 23, n. 5, p. 843–853, 1 set. 2002.
10. SIMONIAN, N. A.; COYLE, J. T. Oxidative Stress in Neurodegenerative Diseases. Annual Review of Pharmacology and Toxicology, v. 36, n. 1, p. 83–106, abr. 1996.
11. JOSEPH, J. A. et al. AGE-RELATED NEURODEGENERATION AND OXIDATIVE STRESS. Neurologic Clinics, v. 16, n. 3, p. 747–755, ago. 1998.
12. YEHUDA, S.; RABINOVITZ, S.; MOSTOFSKY, D. I. Essential fatty acids are mediators of brain biochemistry and cognitive functions. Journal of Neuroscience Research, v. 56, n. 6, p. 565–570, 15 jun. 1999.
13. LANUTRI, A. Ômega 3 – Fontes Alimentares. Disponível em: <https://lanutri.injc.ufrj.br/2019/12/09/omega-3-fontes-alimentares/>.
14. Ceatox – CROMATOGRAFIA A GÁS. Disponível em: <https://ceatox.ibb.unesp.br/padrao.php?id=12>.
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